Como parte del jurado de la crítica en el IbizaCineFest, gracias a los Blogos de Oro, he tenido la oportunidad de conocer "Oreina", el primer largometraje de ficción dirigido por el guipuzcoano Koldo Almandoz. Oreina es, en palabras del director, un canto hacia la integración social que hace uso de 4 idiomas diferentes (español, euskera, árabe, francés).
Khalil, un joven desarraigado, vive en la periferia de la ciudad, donde los polígonos industriales confluyen con el río y la marisma. Khalil se busca la vida como puede y pasa los días junto a un viejo furtivo (José Ramón) que comparte una casa con un hermano (Martín) con el que no se habla desde hace años. En las orillas de la marisma, las mareas marcan el tiempo del amor y el desamor, de la amistad y la venganza.
Oreina evoluciona de forma pausada para plantearnos, sin apenas diálogos, una conmovedora historia donde el director "quería hablar de esas generaciones que somos nosotros, que han crecido con nosotros, pero a las que miramos con distancia porque no parecen ser nosotros". Javier Agirre Erauso, director de fotografía, acompaña a esa trama muda con unas imágenes que juegan (y enamoran) con las tonalidades frías de la marisma donostiarra que reflejan esa esencia de la región sin enredarse en mostrarlo de manera bella.
Khalil (Laulad Ahmed Saleh) es el nexo de unión entre Martín (Ramón Agirre) y José Ramón (Patxi Bisquert), quienes completan el reparto principal. Este trío de protagonistas, alejados de los estereotipos del cine social, mantienen una relación distante bajo miradas indiscretas y silencios que se vuelve más cálida y cercana cuando todo se despedaza.